Síndrome de desgaste Proteico – Calórico en el Paciente Renal
Este representa una de las complicaciones más serias del paciente renal y un gran reto en su manejo para el médico tratante. Para entender el impacto del síndrome de desgaste Proteico – Calórico en el paciente renal; trataremos de contestar tres preguntas fundamentales.
A) ¿Qué es el Síndrome de Desgaste Proteico – Calórico,
B) ¿Qué impacto tiene en el paciente renal,
C) ¿Cuál es el manejo nutricional adecuado para evitar su aparición?
¿Qué es el síndrome de desgaste Proteico – Calórico?
Puede definirse de una manera simple como la perdida de la reserva energética y proteica de un paciente renal. Que inicia en una muy temprana fase de la enfermedad renal, que se acentúa en la fase anterior a la diálisis y que puede aún continuar en el paciente ya con trasplante renal. Causado por factores importantes como: perdida de la función del riñón y acumulo de urea en sangre, más un mal manejo nutricional. La incorrecta forma de alimentación lleva a una restricción de proteínas, vitaminas y minerales muchas veces innecesaria; bajo la premisa de bajar potasio, fósforo y prolongar la vida útil de la nefróna.
Para afirmar que el paciente renal adolece el síndrome debe de presentar todas estas alteraciones:
1- Alteraciones en los marcadores de laboratorio: Albumina, Pre albumina y colesterol bajos,
2- Composición corporal: Índice de Masa Corporal por debajo de 22.0, pérdida de peso de más del 5% en 3 meses o 10% de grasa corporal
3- Masa muscular: disminución del diámetro del brazo, pérdida de más del 5% de masa magra en 3 meses,
4- Ingesta calórica: ingesta disminuida sin intención del paciente por debajo de los requerimientos calóricos y proteicos del paciente. El diagnóstico de la existencia del Síndrome de desgaste proteico – calórico es complejo y solo su médico tratante será capaz de interpretar toda esta información.
¿Qué impacto tiene en el paciente real?
Se reporta mundialmente más del 40% de prevalencia en los pacientes con patología renal. Ocasionando disminución en su calidad de vida, ingresos prolongados en hospitales y mayor riesgo de mortalidad.
Su aparición es responsable de alterar el sistema inmunológico haciendo a estos pacientes más vulnerables a infecciones severas. También causa la aparición de Sarcopenia, definida cómo la pérdida de masa muscular y su funcionalidad. Afectando los músculos de la respiración y cardiacos principalmente llevando a estos pacientes a una fatiga crónica. Además del daño al sistema inmunológico y músculos. La ingesta disminuida de alimentos causados tantos por la inflación de la enfermedad y la restricción de frutas y vegetales lleva a una pobre ingesta de vitaminas y minerales potentes antioxidantes los cuales evitan inflamación del endotelio y el proceso de aterogenesis vascular.
Con el objetivo de la identificación temprana del síndrome, el médico tratante y especialista en nutrición deberá de evaluar en todos los parámetros anteriormente explicados: cada 6 meses si el paciente se encuentra en las primeras tres fases de la Insuficiencia renal, cada 3 meses si se encuentra en la fase 4 o 5 o se encuentra ya trasplantado y cada mes si se encuentra en diálisis.
¿Cuál es el manejo nutricional adecuado para evitar su aparición?
La Anorexia, es decir la falta de apetito por parte del paciente está relacionado con cuatro veces mayor probabilidad de muerte en el paciente renal. Causada como dijimos antes por la inflación del paciente renal y por una inadecuada alimentación.
Por esta razón estos pacientes presentan deficiencia en la ingesta de: Proteínas, Arginina, Glutamina, Zinc, Vitamina B 6 (Piridoxina), Vitamina C, Ácido Fólico, L Carintia entre otros. Alterando directamente su sistema inmunológico permitiendo infecciones que los pueden llevar a la muerte.
Para evitar llegar a estas deficiencias nutricionales todo paciente renal debe de considerar las siguientes posibilidades terapéuticas:
1- Tener una adecuada evaluación y manejo nutricional, hecha por un especialista en el área.
2- Evaluar el uso de suplementación nutricional. Sea oral o parenteral, dependiendo del estado del paciente.
3- Estimulantes del apetito, tipo Acetato de Megestrol
4- L-carnitinina
5- Micronutrientes: vitaminas y minerales.
Cualquiera de estas alternativas debe analizarse individualmente para poder tratar de manera correcta a cada paciente.